Se basa en evitar pensar en el odio que genera la mentira.
Se basa en evitar pensar lo mucho que odio tener que pararme a trabajar, para que me digan que mi esfuerzo no es suficiente para crecer y que mi sueldo se desborda en impuestos, deudas y pañales.
Se basa en abdicar pensamientos de inseguridad que provocan los comentarios indecisos de mi pareja virtual.
Se basa en no pensar en genocidios, violaciones, denuncias, abusos, asesinatos o secuestros, puesto que si piensas mucho en eso podrías tener un colapso mental, tal vez acusando a tus vecinos de envenenar a tu mascota, tal vez rompiendo un foco que ilumina tu calle como si realmente todos en ella fueran dignos de ser iluminados.
Se basa en olvidar y en olvidar y en olvidar una vez más, incluso engañando a tus seres queridxs, a ti mismx, a todxs.
El odio que genera pensar una matanza de hace 500 años. O en una de hace 53. O en una de hace 8.
El odio que se tiene que reprimir, porque el amor es lo único que puede cambiar al mundo
Que el enojo solo destruye y lo único que necesitamos es construir (y consumir).
Que el enojo te separa de oportunidades y de bienestares, dado que el progreso no soporta que lo vayamos a criticar.
Que la piel y los genitales no tienen nada que ver cuando, de repente, tu sueño explota antes de siquiera despegar.
Y, si no resuelves tu odio, ve a un psicólogo, Ve a un psiquiatra. Toma tus medicinas. No hay razón por la cual debas tener este pesar, este enojo.
Y, a pesar de que tus familiares abusaron de ti emocional, física y verbalmente, es algo que debes superar, porque ese abuso vino desde un lugar de amor, de cariño, de cuidado.
Y, si necesitas escapar, el escaparate está hecho para que elijas tu manera de escapar.
Pero debes funcionar.
Pero debes realizar.
Pero debes redimir.
Pero, a lo mejor, puedes destruir.
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