5.06.2011

Cuerdas de guitarra, plumillas y audífonos.

Él. Un tipo que podría parecer complicado, y que en realidad lo era para muchas personas. Aunque si llegabas a pasar mucho tiempo con él, podrías incluso adivinar algunas de sus manías, de sus tendencias, de sus fanfarronerías y de sus caprichos. Un tipo con preocupaciones tanto banales como importantes. Le preocupa su aliento cuando besa, siempre trata de ser generoso. No pedía mucho en la vida, aunque le faltaban dos cuerdas de guitarra, plumillas, audífonos y otra cosa que siempre se reserva de decir. Como ven, le preocupan tanto idioteces como cosas importantes. ¿Por qué se reserva de decir ésa última cosa? No me lo pregunten, ni yo mismo lo sé. El caso es que a veces él le toma importancia, y a veces no. Cuando no lo hace, nada pasa. Al menos no en lo que él ve. Cuando lo hace, normalmente pasan cosas estúpidas. Y en cierto sentido, él sabe que tiene que darle importancia. Pero como no le gusta que las cosas estén fuera de su control, no le toma importancia, para que no pase nada. Lo peor es que de ninguna manera están las cosas bajo su control, sólo que al parecer lo están cuando no hace caso de esa cosa que siempre se reserva de decir.
Al final, él vivió.
Al final, el pidió perdón, y también perdonó.
Al final, él se dio un tiro porque no soportó.
Al final, todo estaba dentro de su mente.
Que estúpido él.
Ya no supo qué hacer.

3.31.2011

Parece

"I've always been mad, I know I've been mad,
like the most of us...
very hard to explain why you're mad,
even if you're not mad..."


Me parece un poco hartante ver a personas que escriben todo con mayúscula, o todo con mayúsculas. Son cosas pendejas, detalles mínimos que me cagan de la gente. Tal vez no me debería fijar tanto en eso. O debería fijarme más. O debería dejar de preguntarme cosas tan estúpidas.

1.30.2011

Crecer

Hay muchas formas de crecer. Madurar, pues. Ya sé, ya sé. Tengo 16 años. No se puede haber aprendido mucho, ni tampoco haber madurado o ganado mucha experiencia. Se supone que esta es la edad que más añoras cuándo eres grande. Pues si, probablemente lo sea. Es cuándo debes vivir al máximo, sin muchas preocupaciones pero muchas libertades. Claro, es cuándo se debe aprender el sentido de responsabilidad, y todo lo que eso conlleva. Cada día debemos ir aprendiendo cosas nuevas, y de los tropiezos y de los fracasos aún más. La vida suele enseñarte a hacerlo de la forma más culera posible. ¿Por qué? Porque los seres humanos se confían y se desentienden de muchas cosas cuándo todo les va más o menos bien. Cuándo en su mente tienen esa aurora de perfección instalada, que no los deja ver más allá de las cosas que hacen. Entonces de repente deben decidir que curso toma su vida, y a lo mejor no toman la más correcta, pero si la más adecuada. Digo, nunca vas a tener una vida perfecta y siempre vas a tomar decisiones difíciles. La vida así te lo exige. Obviamente estas decisiones siempre se toman con las cosas más grandes de la vida. Elegir una escuela, a tus amigos, a lo que amarás, por ejemplo. ¿Y a qué viene esto? En verdad no lo sé. Por más patético que se oiga, solo hoy me levante con ganas de escribir algo. Ya sea burdo o banal (como todo lo que escribo aquí), pero pues es mi blog. Es mi vida. Lo que la hacía menos patética ya no está. Entonces debo seguir. Porque así la vida lo exige. No estancarme en un sueño pendejo. Y madurar, aprender de todo lo que se vivió. Y qué. Igual en algún momento iba a pasar, ustedes dirán. Pues si, es inevitable. Uno no siente el grado de madurez que va llevando. Y no, sigo sin sentirlo. Pero sé que algún día aprenderé de eso. Y que me servirá. Ojalá.

Por cierto, que tengan un feliz 2011. Éxito, suerte y así.
Paz.