3.24.2012

El querer olvidado

Todo volvió a octubre del año pasado. Yo recordaba todo lo que pasó en el intervalo octubre-marzo, pero era como si hubiera regresado en el tiempo, y solo yo sabía eso. No, no solo había regresado en el tiempo, más bien había entrado a otra realidad. Y los recuerdos de ese otro mundo me asaltaron. Supe que nos habíamos dejado de hablar y que hacía pocos días nos habíamos reconciliado. Como ahora. Una de tantas. Pero algo era diferente. No era el mismo salón y, aunque todo transcurrió en casi una escena, estoy seguro de que tampoco era la misma escuela. Tampoco las mismas personas. A la única que recuerdo de mi realidad era a ti. Hablábamos: yo bromeaba acerca de la razón por la que nos enojamos, tú solo reías. Entonces un compañero, que estaba escuchando nuestra conversación, comentó que yo ya dejara de hacerme pendejo y que le dijera la verdadera razón. Obviamente tú lo tomaste a juego, pero a mí me tomó tan por sorpresa que me bloqueó y me aplastó contra la pared. Y de repente lo dije, sin pensarlo o reflexionarlo ni un instante: "Me... me gustas. Mucho.". Huí. En realidad solo salí del salón, pero con tanto ímpetu que todos se sorprendieron. Y entonces algo cambió. En mi realidad tú te habrías quedado allí, sin saber qué hacer. Pero en el sueño tú saliste. Me buscaste. Y no se necesitaron palabras. Nos besamos, y lo siguiente que recuerdo fue que estábamos tirados en el suelo. Nos levantamos y regresamos al salón. Entonces dijiste: "¿Ves cómo no era tan difícil, cómo no debías tener miedo?".

Desperté.
Sin reflexiones, solo fue un sueño.

3.11.2012

Cambios

Ya más de un año va del post "Crecer". Lo leo y no me veo muy lejos de aquel idiota más o menos alto, flaco y chino de 16 años que iba en 4° semestre y que vivía en el 2011. Pero quiera o no creerlo, y aunque un año es muy poco tiempo -nada comparado con todo-, ha habido cambios que, por pequeños que sean, me han ido definiendo y me han hecho madurar. Aún no entiendo completamente el sentido mismo de esa palabra, pero creo que no estoy tan lejos de hacerlo. He leído mucho más en este año que en todos los anteriores. He conocido a personas más que especiales y a otras que no dejaron ninguna huella. Conciertos, discos, películas, fiestas, salidas, tareas, exámenes. Sigo teniéndole miedo a el futuro pero sigo sin temer a la muerte. Sigo creyendo que todo ya está escrito y no hay ninguna manera de cambiarlo. Definí que mi conciencia, mi ser, está compuesto de varios fragmentos, algunos conocidos y otros desconocidos. Nihilista, melómano, metódico, cínico, sufrido, determinista. Falta mucho por vivir, pero considero que muy poco para ser quien seré por el resto de mi vida. Citando a Octavio Paz: "En el instante en que un adolescente consigue olvidarse de sí mismo, en ese instante deja de serlo". Los cambios son inevitables y necesarios, aunque a veces también dolorosos y lentos. Cambios en tu forma de ser y en tus experiencias, que, además de definirte, te quitan y te devuelven diversas versiones y visiones de una vida que jamás comprenderás del todo pero a la cual debes exprimirle todo lo que puedas. Cierto es que en diferentes etapas de tu vida, ves diferente tu entorno, tu persona y tus relaciones. Pero en todas ellas hay un factor que nos caracteriza como seres únicos, solos, distantes y diferentes a todo lo demás. Ese factor, que nunca se sabe con exactitud cual es porque cambia para cada persona, es la persona misma, sus anhelos, ideales, sueños, metas y visiones. No puedo explicarlo, pero sé con certeza que ya está definido desde el momento en que nacimos y que jamás cambiará.

Escribo todo esto sin tener un fin. Pero me es necesario escribir en momentos clave de mi vida. Ayer fue uno de ellos, uno que probablemente recordaré más que la mayoría. Uno de esos que definirá otro cachito de mi ser. Uno de esos que pocas veces hay en la vida.
Supongo que ya es muy tarde para desearles un feliz año. De todas formas, siendo realista, nadie lee esto ya. Ni yo.

Paz.