10.14.2010

Siempre hay un solo, pequeño e insignificante problema

Se veía en los ojos del señor Bernardo que ocultaba algo. Se le veía nervioso, ansioso. Probablemente era que volvía a su casa de engañar a su esposa, probablemente con alguna prostituta o tal vez con una joven chica en busca de experiencias nuevas. Se veía en su mirada, atenta a cualquier movimiento que lo delatara. Además de que era de esas miradas en las que sabes que esa persona no vivió la vida que quería, y por eso ahora hace un patético intento por "recuperar" ese tiempo perdido. Sexo es en lo que mas piensa, claro, pero también están otras fantasías, como ir a conocer otros países y cosas de esas. Pero hay un solo, pequeño e insignificante problema. Tiene a su esposa, (la cuál no ha tocado en más de dos meses, y ni se diga del sexo) y sus hijos, aunque ya grandes, siguen viviendo en su casa por alguna extraña razón. Mandar a chingar a su madre todo es su principal propósito, pero claro, por la poquita moral que todos tenemos dentro no lo hace por puritito miedo al "¿qué dirán?". Ironías del ser humano, pero bueno, ¿qué se le va a hacer? Mientras tanto Bernardo sigue pensando en seguir siendo infiel. Bueno, ¿es un inicio no? Sigue alerta perro, sigue astutamente alerta, que en algún momento sabes que te saldrá el tiro por la culata. Y se veía en su mirada, se veía en su mirada... Alerta, que acabo de ver a tu esposa pasar.

¡Paz!

0 razones para leer: