12.25.2010

Los Bonsáis Gigantes

Cuándo subimos al barco (o más bien nos rescataron) se sorprendieron bastante al ver cómo éramos. Yo también me sorprendí. Su piel no era blanca como la nuestra. Era más bien... Morena, de un café un poco obscuro. Jamás en mi vida había visto algo así. Aunque me tranquilicé al recordar que eran gente fuera de las islas, y que ellos si habían recibido el calor del sol. Recordé el escozor que nos provocó a David y a mi los rayos del sol cuándo estábamos en el agua, y aunque sentía el calor y veía todo más claro, ya no sentía ese dolor. Tal vez mi piel ya se había acostumbrado. ¿O eran las toallas que teníamos encima? No lo sé,todo era muy confuso. Intentaba entender lo que decían, pero no lo lograba. Supuse que hablaban en otro idioma, uno que obviamente no había oído nunca, ya que en las islas sólo se hablaba un idioma. Creo que eran preguntas, o tal vez estaban preocupados por nuestro estado de salud. Oí la palabra "récord" pero no creo que signifique lo mismo en ese idioma. Olía mucho a pescado.

Pero al ver la cara de satisfacción y autosuficiencia de David, me sentí... bien. Cumplida la sentencia de la carta del viejo en la que decía que no sólo habían quedado las islas, sino que todavía había un mundo alrededor nuestro, otra civilización, tal vez cómo en los libros que tenía. Pero... ¿Porqué el gobierno de las islas de Lumamijú y Visado no nos hacían saber de este hecho? ¿Porqué ni los rayos del sol ni el cielo azul se podían ver en las islas? No lo sé... Pero no era tiempo de preocuparme por eso. Ahora era tiempo de lograr una comunicación satisfactoria con alguna autoridad de esta civilización... Y rápido.

Historia original por Lucía Baquedano.
¡Paz!

1 razones para leer:

Todo pasa por una razon dijo...

Muy buena historia. Y el titulo me encantó, ya que me encantan los bonsai.

Saludos,


Simple Torsion